Por Cynthia Rivero y Juan Goguarnalusse
Durante la década del ’90 el gobierno de Carlos Menem llevo adelante una política de privatización de las empresas públicas y de achicamiento general del Estado. Las diversas reformas políticas implementadas en dicha etapa fueron avaladas, con mayor o menor énfasis, a través de la construcción de cierto consenso a un discurso que señalaba al Estado como la condensación de diversos males como la arbitrariedad, la ineficiencia, la falta de idoneidad, corrupción, discrecionalidad, ineficacia, etc. Este trabajo recorre el proceso de privatización de SOMISA y el cierre de HIPASAM para reflexionar sobre el modo en que estos discursos que pregonaban la racionalización del Estado sirvieron como fundamento de transformaciones en el mundo del trabajo. Ambas empresas fueron impulsadas bajo un modelo político que concebía al Estado como principal impulsor del desarrollo industrial. El cambio en la coyuntura política permitió el avance de un discurso que erosionó la solidez de las bases que las legitimaban. 
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