Por Nuria I. Giniger y Hernán M. Palermo
Debatir sobre la conflictividad laboral implica poner en tela de juicio y tratar de explicitar procesos que se desarrollan tanto en el seno de las organizaciones empresariales como en las propias organizaciones de trabajadores. Las perspectivas que postulan que las luchas gremiales reivindicativas acotadas a un sector, rama o grupo de trabajadores logran repercutir en el conjunto de la lucha de clases sigue siendo una discusión histórica en la cual la política se incorpora como elemento central.
Debatir sobre la conflictividad laboral implica poner en tela de juicio y tratar de explicitar procesos que se desarrollan tanto en el seno de las organizaciones empresariales como en las propias organizaciones de trabajadores. Las perspectivas que postulan que las luchas gremiales reivindicativas acotadas a un sector, rama o grupo de trabajadores logran repercutir en el conjunto de la lucha de clases sigue siendo una discusión histórica en la cual la política se incorpora como elemento central.
La acción gremial llevada adelante por los trabajadores y sus organizaciones supone toda lucha reivindicativa por mejoras en las condiciones materiales de existencia de la fuerza laboral: aumento del salario, reducción de la jornada de trabajo, mejora en las condiciones de higiene y seguridad de los lugares en los que se lleva a cabo, y también implica el progreso en relación con aspectos tales como la vivienda, la salud y la educación de los trabajadores y sus familias. Asimismo, toda reivindicación en este sentido es un hecho político cuyo alcance puede variar considerablemente.
Con este artículo nos proponemos, a partir del análisis del accionar de dos organizaciones de trabajadores, la de petroleros y la de siderúrgicos, realizar un aporte al debate en torno de los alcances políticos de la acción gremial.
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